PRÁCTICAS GEOGRAFÍA EBAU

Página para los comentario específicos de la EBAU de Geografía del Bachillerato.


El proceso de industrialización en España
La industrialización española+ se enmarca en el contexto general de la denominada Revolución Industrial. Con relación a los paí­ses europeos más avanzados, la industrialización española fue un proceso discontinuo, marchó con retraso y estuvo muy polarizada en torno a los núcleos iniciales.

1.- Los antecedentes de la industrialización.
Desde finales del siglo XVIII, ilustrados y reformistas alzaron su voz a favor del desarrollo y de la industrialización del paí­s. Reuní­a unas condiciones favorables para ello, pues contaba   con una producción artesanal diversa y rica, con las Reales Fábricas, con suficientes recursos minerales, con materias primas minerales y de origen orgánico, etc. Como factores negativos acusaba los problemas de la insuficiencia energética (carbón), la escasez de recursos tecnológicos y humanos, una excesiva mentalidad rural, la ausencia de mercado interior, etc. Sin embargo, en la primera mitad del siglo XIX, únicamente se construyeron los altos hornos en 1832 en Marbella, Málaga, Barcelona y las fábricas textiles de Cataluña.
2.- Los inicios del despegue industrial.
En la segunda mitad del siglo XIX la industrialización avanzó hasta alcanzar cotas de importancia, pero evidenció un notable retraso con relación a los paí­ses europeos y una gran dependencia tecnológica y financiera de los mismos.
A la industria siderúrgica y textil habrá que añadir una amplia red ferroviaria que en 1865 alcanzaba ya los 4663 kilómetros, aunque en su mayor parte eran ferrocarriles construidos por empresas y capital extranjero e, incluso, con material importado, pues nuestra industria tení­a una capacidad de producción muy limitada. La red de ferrocarriles estuvo al servicio de la explotación minera de nuestro subsuelo, también protagonizada por empresas de nacionalidad británica, francesa, belga, etc., que permitieron una explotación intensí­sima de nuestras minas (especialmente hierro) en beneficio de la industria europea.
La industrialización española avanzó bajo el signo del proteccionismo y a un ritmo lento y plagado de discontinuidades. Estuvo muy orientada hacia los bienes de consumo y sustentada, en gran medida, en las industrias siderúrgica, metalúrgica y textil. Por ello, el mapa industrial comenzó a polarizarse en torno a Vizcaya, Barcelona y Madrid, y en otros puntos del interior peninsular que desarrollaban una industria de base agraria.
3.- El crecimiento industrial hasta la Guerra Civil.
Durante el primer tercio del siglo XX, la industria española se afianzó notablemente gracias  a   la   protección  arancelaria  y  se   consolidaron  sectores industriales como el metalúrgico, el textil o el quí­mico, impulsados por el crecimiento de la demanda y la consolidación del mercado interior.
El proceso de industrialización conoció los efectos positivos de la repatriación de capitales tras la pérdida de las colonias, de una mentalidad más emprendedora y de los beneficios comerciales derivados de la Primera Guerra Mundial.
A pesar de que continuó la explotación minera por parte de las empresas europeas, la Primera Guerra Mundial permitió el incremento de las exportaciones agrarias industriales a los paí­ses contendientes, lo que repercutió en una capitalización muy provechosa para nuestra industria; la productividad industrial mejoró y se dio un considerable impulso a la construcción de obras públicas durante la dictadura de Primo de Rivera, particularmente de carreteras, que resultó fundamental para la conexión de los mercados interiores.
En este periodo, las empresas extranjeras abandonaron la explotación de las agotadas minas españolas, y pese a los indudables progresos, la industria española seguí­a acusando el retraso y la dependencia de Europa. El mapa industrial se consolidó sobre el germen de  los  focos  anteriores,  de  modo  que  empezaron  a  manifestarse  los desequilibrios territoriales que alcanzarí­an su plenitud en las décadas posteriores.
4.- La reconstrucción industrial de la posguerra.
La Guerra Civil truncó la fase expansiva de la industria española. A su término hubo que afrontar la reconstrucción, la recuperación económica y la puesta en práctica de una polí­tica industrial que viniera a resolver las graves carencias del momento, lo cual se abordó en un contexto de autarquí­a, es decir, de autosuficiencia económica.
En 1941 se creó el Instituto Nacional de Industria (INI), con una fuerte participación de   capital   estatal   en   los   sectores   básicos   de   la   industria   (siderurgia,   naval, petroquí­mica).
A partir de 1950 la situación fue cambiando y se logró una cierta recuperación en los niveles de renta, mejoró la situación de la posguerra y la economí­a española encontró cierto alivio a partir de las negociaciones con Estados Unidos y del ingreso en la ONU. Se puso fin al aislamiento y España se integró gradualmente en la economí­a internacional, al tiempo que la falta de capital fue suplida por las inversiones extranjeras que comenzaron a llegar.
La nueva estructura industrial se caracterizó por la dualidad, es decir, por la existencia de un sector dominado por la gran empresa de capital público (Hunosa, Ensidesa, y demás empresas pertenecientes al INI) y orientado a bienes de equipo, y otro sector integrado por la pequeña y mediana empresa de capital privado, dedicado a las industrias de transformación y de bienes de consumo.
Desde un punto de vista espacial, la polí­tica industrial favoreció la consolidación de algunas regiones industriales en detrimento de otras; así­, se polarizó claramente hacia CataluñaPaí­s Vasco Madrid (41,5% del empleo) en perjuicio de otras que se configuraban como áreas subdesarrolladas, las cuales comenzaban a padecer los efectos negativos de los desequilibrios y del éxodo rural.
Pero el modelo industrial acusaba graves deficiencias y se mostraba incapaz de resolver las carencias, de ahí­ que  a  partir  de  1959  se  abordase  el  desarrollo  industrial  y económico siguiendo las directrices del denominado Plan de Estabilización.
5.- El impulso industrializador de los años 60.
El periodo entre  1959  y  1975  supuso  un  crecimiento  económico  sin precedentes, al que contribuyeron una serie de factores favorables, como la expansión generalizada de la economí­a capitalista, la llegada de capital extranjero, la instalación de grandes empresas multinacionales, etc. Al mismo tiempo, España recibí­a las divisas que aportaban turistas y emigrantes, con las que hizo frente a la compra de petróleo, a la importación de bienes industriales y a la nivelación de la balanza de pagos.
El estado puso en funcionamiento los planes de desarrollo y una polí­tica regional basada en los polos de desarrollo y promoción, entre los que destacaron los de Huelva, Córdoba, Granada o Burgos.
A pesar de que los planes de desarrollo no dieron los resultados previstos, se consiguieron objetivos muy importantes, el más notorio de los cuales, sin duda, fue que el PIB alcanzó un í­ndice de crecimiento anual en torno al 7%.
La industria española mejoró notablemente y alcanzó un alto grado de diversificación en su producción de bienes de equipo, de uso y de consumo, aunque siguió acusando los efectos negativos de la gran dependencia tecnológica, de las importaciones y de una inadecuada estructura empresarial.
El desarrollo industrial de los años 1960 se localizó en las regiones que tení­an mayor tradición industrial y en sus áreas adyacentes, lo cual agravó los desequilibrios regionales. Se generó una dicotomí­a entre los tres espacios más industrializados (CataluñaPaí­s vasco Madrid), que concentraron casi las tres cuartas partes de las inversiones multinacionales y del empleo recién creado, y, por otra parte, la Meseta, Galicia, Extremadura y Andalucí­a, que acusaron una pérdida de significación industrial.
El modelo industrial de la década de 1960 hizo que aumentaran las diferencias entre regiones ricas y pobres, lo que incidió en los procesos demográficos de emigración y de éxodo rural que vivió la población española y que vinieron a incrementar aún más los propios desequilibrios.
Al final del perí­odo, la industria española experimento una profunda crisis, al ser tributaria en exceso de sus deficiencias estructurales y de la dependencia energética. El encarecimiento de la energí­a, causado por la gran subida de los precios del petróleo en 1973, incrementó los costes de producción.
6.- Crisis y restructuración de la industria española.
La crisis de la industria que afectó al mundo occidental a partir de 1973 también afectó a España, donde se presentó con cierto retraso. Las causas de dicha crisis en lo que a España se refiere, pueden catalogarse de externas, es decir, ajenas a la industria, e internas, o relacionadas con las caracterí­sticas de la misma.
Respecto a las causas externas, la primera y principal fue el encarecimiento de los precios del petróleo, cuyas consecuencias fueron graví­simas para España, debido a su dependencia energética y al incremento experimentado por el consumo de petróleo. Igualmente, contribuyeron otros factores, como la mundialización de la economí­a, el incremento de la competitividad, la emergencia de nuevos paí­ses industriales y el agotamiento del modelo industrial y del ciclo tecnológico, que dio paso a una nueva fase (la tercera revolución industrial), caracterizada por las nuevas tecnologí­as y por los nuevos sectores industriales derivados de ella (informática, electrónica, nuevos sistemas de producción, etc.).
Entre las causas internas cabe destacar la fragilidad resultante de la dependencia energética y tecnológica, y de las dimensiones inadecuadas de las plantas industriales, el endeudamiento, los desequilibrios entre sus sectores productivos y espaciales, etc. A todo ello hay que añadir el delicado momento en que se hizo patente la crisis: el ocaso del franquismo y el complicado camino que comenzaba a recorrer la sociedad española hacia la transición democrática.  La crisis se agravó  ante  el  retraimiento  de  las inversiones industriales, a la espera de la evolución polí­tica, la caí­da de la productividad y la tardanza en adoptar soluciones.
La respuesta a la crisis no podí­a ser otra que la restructuración de la industria. Con este fin se adoptaron en 1984 disposiciones en una doble dirección: reconversión de los sectores industriales más afectados por la crisis y reindustrialización, es decir, recomposición del   tejido   industrial   en   las   zonas   donde   éste   habí­a   resultado especialmente dañado.
La reconversión industrial se llevó a cabo sobre los sectores maduros de la industria: siderurgia, construcción naval, industria textil, etc. Con ella se pretendí­a racionalizar la producción industrial adaptando la oferta a la demanda, sanear las finanzas adecuar el tamaño, modernizar la industria, adoptar nuevos sistemas de gestión, etc. En buena medida, la reconversión afectó a las grandes empresas creadas en la etapa desarrollista, cuyo tamaño no era el apropiado para nuestras necesidades y posibilidades de exportación.
Una segunda dimensión de la reconversión fue la apuesta por los sectores más dinámicos, por lo que se puso énfasis en las industrias de automoción, en las quí­micas y en las agroalimentarias, con capacidad para activar otros sectores económicos, y en las actividades de alta tecnologí­a, de gran importancia para el futuro.
Los procesos de reconversión industrial resultaron eficaces, aunque no  en la medida que se pretendió en un primer momento, pues al llevarlos a la práctica desaparecieron muchos puestos de trabajo a consecuencia de las reducciones de plantilla que exigí­an los planes de viabilidad.
Paralelamente se procedió al desarrollo de los programas de reindustrialización, para lo que se crearon las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR). Los nuevos planes pretendí­an recomponer el tejido industrial sobre las bases de la modernización tecnológica y de la implantación de nuevas actividades de futuro. En conjunto, puede decirse que no dieron todos los resultados esperados, pues concentraron la inversión y agravaron los desequilibrios, fosilizando el modelo surgido en el siglo XIX, que fue consolidado en el periodo franquista.
A partir de 1991 asistimos a una nueva reconversión industrial, impuesta por Europa, y desde mediados de la década de 1990 se asiste a una recuperación económica bien perceptible en todos los sectores.
Por último, añadiremos, que este ciclo emergente se verá quebrado en torno a 2010 por una crisis sin precedentes. El «boom» de la construcción en años precedentes y la situación internacional abocaron de manera radical al cierre de empresas, descenso de la demanda y unas tasas de paro cercanas al 25% de la población activa.
Actualmente la política industrial apoya a las PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas), se fomenta la investigación y la participación en programas internacionales de tecnología, se acelera la reconversión y se potencia la industrialización endógena para fomentar la difusión industrial por la excesiva congestión.

Factores de la actividad industrial española
Los factores que han influido en la localización industrial española han sido:
a) El emplazamiento de las materias primas o las fuentes de energía (por lo que las industrias se colocaban próximas a las minas o a los puertos). España ha sido un país de gran tradición minera desde la Antigüedad, pero su sobreexplotación desde mitad del siglo XIX dejó esquilmadas los principales yacimientos. España es deficitaria en materias primas vegetales, animales y minerales, excepto en rocas industriales.
Debemos recurrir a las importaciones sobre todo de madera. Las comunidades autónomas con mayor producción minera son Asturias, Castilla- León, Galicia, Andalucía (Sierra Morena y Penibética) y Cataluña.
En cuanto a fuentes de energía España presenta una gran dependencia energética externa, somos pobres en hidrocarburos (petróleo y gas natural) pero sí producimos energía a partir del carbón y del uranio (energía nuclear).
b) La atracción que ejercía para las nuevas fábricas y empresas el colocarse allí donde ya había otras industrias, beneficiándose de su proximidad, la concentración de la demanda, la dotación de servicios e infraestructura, etc. por lo que el País Vasco, Cataluña y Madrid atraían a más y más industrias.
c) En las áreas metropolitanas de las grandes ciudades españolas donde se aseguraban de una gran demanda y un mercado próximo.
d) Pero desde los años 80 hay una tendencia a la descongestión industrial y la búsqueda de nuevos emplazamientos debido a: la contaminación que provocan a las ciudades, el encarecimiento del suelo, el déficit de infraestructuras, la mejora generalizada de los sistemas de transporte y de acceso a los mercados y el fomento de la industrialización endógena.

Principales sectores industriales en la actualidad
Los sectores industriales son ramas de la actividad industrial que tiene en común las materias primas, las técnicas y la maquinaria que utilizan, la cualificación profesional que exigen, los tipos de productos obtenidos y los mercados en los que compiten.
a) Sectores industriales tradicionales en proceso de reconversión.
Son sectores industriales en crisis por un descenso de la demanda, un descenso de la competitividad o bien por exigencias de la política comunitaria de la Unión Europea.
La reconversión industrial de las empresas en crisis es una medida política para atajar la crisis industrial que consiste en reducir la producción, reducir la plantilla, saneamiento financiero de la empresa, implantar nuevos sistemas de gestión y organización…
Estos sectores industriales en reconversión son:
- Metalurgia: en crisis debido a sus sobredimensiones en relación a las necesidades de los españoles, tanto la Siderurgia en Asturias, País Vasco (Altos Hornos de Bilbao), Cantabria, Navarra y Cataluña (Altos Hornos del Mediterráneo); como la metalurgia de transformación en Madrid, Barcelona y País Vasco.
- Electrodomésticos de línea blanca: debido al exceso consumo de ellos en la sociedad española de los años 70 y 80 hoy tienen que especializarse, concentrar sus empresas y diversificar mercados para su reconversión.
- Construcción Naval (Astilleros): por la crisis del petróleo nuestros astilleros deben reducir su capacidad y especializarse en reparaciones. Los principales astilleros están en Galicia (Ferrol), Andalucía (Cádiz), Cantabria y País Vasco. Hoy son zonas ZUR (zonas de urgente reindustrialización debido al gran desempleo producido por su reconversión)
- Industria Textil, Cuero y Calzado: constituyó uno de los pilares de la industrialización, aunque con el tiempo experimentó cambios profundos, como la sustitución de las fibras orgánicas (lana, lino, algodón) por fibras de origen químico, y la reestructuración de las empresas, que han aumentado de tamaño al concentrarse multitud de pequeñas fábricas en unidades de producción más competitivas. Se encuentra muy dispersa, pero sobre todo por las regiones mediterráneas (Cataluña, Valencia). Hoy día tienen problemas de competencia de países más baratos.
b) Sectores industriales dinámicos
Son los sectores industriales que hoy día presentan gran desarrollo por su alta productividad, su especialización, sus estructuras empresariales flexibles, su demanda asegurada y la presencia de capital extranjero. Son:
- el Sector del Automóvil: desarrollado desde la década de los 60 impulsado por el INI y por las inversiones realizadas por grandes marcas multinacionales (Fiat, Renault…). Es un sector exportador y distribuido por toda España (Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Valladolid, Palencia, Vigo, Linares…)
- el Sector Químico: tanto la Petroquímica con refinerías en Algeciras, Huelva, Cartagena, Tarragona y Puertollano, como la Química Ligera de Transformación (Industria Farmacéutica, Colorantes, Fertilizantes químicos, Perfumes, Pinturas, Papeleras…) muy dispersas, pero sobre todo en el País Vasco, Cataluña y Madrid.
- El Sector de la Construcción: tuvo su gran expansión en los años 80 y 90 por toda la geografía española, fue el “boom urbanístico” o “fiebre del ladrillo”.
- El sector Agroalimentario: (lácteo, aceitera, azucarera…) Diversidad respecto a los productos, procesos de transformación, estructura empresarial y distribución geográfica.
En general, predominan las fábricas pequeñas y medianas que coinciden en su mayoría con las áreas de regadío, aunque también hay grandes empresas multinacionales.
c) Sectores industriales de vanguardia o de tecnología punta
Son la llamada 3ª Revolución Industrial al aplicar descubrimientos científicos, nuevas tecnologías y nuevos materiales en el proceso de fabricación. Engloba distintas ramas de la electrónica y su importancia radica en la valoración de la tecnología en el mundo contemporáneo impulsado por la Administración. Son industrias relacionadas con:
- la Informática (microelectrónica, telemática (móviles, PDA, GPS,….),
- la automatización (Robótica),
- la biotecnología: Ingeniería genética, nuevos cultivos (selección de semillas…), el uso del láser, el desarrollo de energías renovables (placas solares, colectores solares, aerogeneradores…)
- el descubrimiento de nuevos materiales (aleaciones, PVC…)
Se encuentran en los Parques Tecnológicos y Científicos donde se agrupan empresas punteras en torno a las grandes ciudades de Madrid, en Cataluña, en País Vasco, en Valencia y en Andalucía. Presentan dificultades para su implantación y desarrollo en España: la dependencia del exterior en inversión y tecnología, la necesidad de comprar patentes extranjeras, el predominio de empresas pequeñas o medianas de escasa competitividad y la falta de adaptación del sistema educativo a las demandas empresariales que necesitan mano de obra muy cualificada.
Distribución geográfica de la industria en España
La distribución espacial actual de la industria española es la siguiente:
- Áreas industriales desarrolladas: áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona.
Son áreas de antigua industrialización con ventajas para la industria en relación con su centralidad. Son sectores maduros, tradicionales, en crisis y en proceso de reconversión, pero sus áreas metropolitanas han consolidado una potente y diversificada industria dinámica y de alta tecnología. (Parques Tecnológicos y Científicos)
- Áreas y ejes en expansión: Ejes del Valle del Ebro y del Mediterráneo. Las áreas periurbanas en numerosas ciudades se han desarrollado gracias a la proximidad a los centros urbanos, la accesibilidad a los mercados y a los centros de distribución, las facilidades de instalación, las dotaciones de suelo industrial, la situación estratégica de las vías de comunicación, etc. Los ejes de desarrollo son el resultado de los procesos de difusión espacial de la industria a lo largo de corredores que comunican áreas industrializadas; los más dinámicos son el eje del Ebro y el eje del Mediterráneo (desde Girona hasta Murcia). Además de estos dos ejes, hay otros interiores, igualmente dinámicos, como el del Henares (desde Madrid hacia el norte) y ejes regionales secundarios, como los de Ferrol-Vigo, Palencia-Valladolid, del Guadalquivir, etc.
- Áreas en declive: Cornisa cantábrica. Son zonas especializadas en sectores industriales maduros o tradicionales en crisis (metalurgia, petroquímica, naval), con mano de obra de cualificación baja o media y acusada conflictividad. El declive ha afectado a Asturias, a Cantabria y, con especial intensidad, al País Vasco, que poco a poco empieza a recuperar las tasas de crecimiento industrial que había perdido.
También Puertollano, en Ciudad Real; Ferrol, en A Coruña; la bahía de Cádiz, etc.).
- Áreas de industrialización escasa: Aragón, Castilla-León, Andalucía, Castilla- La Mancha, Extremadura, Baleares y Canarias. Industrialización escasa por su localización poco competitiva, baja densidad de población y falta de tradición industrial. Puede haber industrialización endógena o lugares de industrialización inducida, como Zaragoza, Valladolid, Burgos y Huelva-Cádiz-Sevilla.




PRÁCTICA: Mapa crecimiento natural de la población en 2001 por CC.AA



En el mapa se representa la tasa de crecimiento natural de la población en España en 2001 por CC.AA. Con la información de dicho mapa responda a las siguientes cuestiones:
a) Nombre de las Comunidades Autónomas con una tasa de crecimiento natural superior al 2’12 ‰ (1 punto)
b) Nombre de las Comunidades Autónomas con una tasa de crecimiento natural inferior al -1’9 ‰. Explique las causas que la motivan. (1’5 puntos)
c) Diferencias que dan lugar a los desequilibrios territoriales en el movimiento natural de la población. (1’5 puntos)

RESPUESTAS.-
a) Nombre de las Comunidades Autónomas con una tasa de crecimiento natural superior al 2’12 ‰ (1 punto)
Las Comunidades Autónomas con una tasa de crecimiento natural superior al 2,12 ‰ son: Baleares, Murcia, Andalucía, Madrid, Canarias, Ceuta y Melilla.
b) Nombre de las Comunidades Autónomas con una tasa de crecimiento natural inferior al -1’9 ‰. Explique las causas que la motivan. (1’5 puntos)
Las Comunidades Autónomas con una tasa de crecimiento natural inferior al -1,9 ‰ son: Galicia, Asturias, Castilla-León y Aragón.
El factor básico de esta situación son los flujos migratorios internos originados por la atracción que supone la concentración de las actividades económicas más productivas (industria y turismo, y el sector agrario en el SE…)
Las regiones del norte, son emisoras de población joven, que buscan mejores oportunidades de empleo en zonas con mayor dinamismo económico (industria, turismo y agricultura en el SE), lo cual implica envejecimiento, aumentando la mortalidad, reduciendo la natalidad, y llegando a tener un crecimiento muy bajo e incluso, como es el caso, negativo.
Las bajas tasas de natalidad de las regiones del norte tienen relación con la crisis de los 70's de sectores tradicionales como la industria y la minería, cuando los jóvenes tuvieron que emigrar en busca de otras oportunidades de empleo.
c) Diferencias que dan lugar a los desequilibrios territoriales en el movimiento natural de la población. (1’5 puntos)
El mapa indica que las regiones litorales mediterráneas, meridionales e insulares, así como Madrid, como capital estatal, tienen un crecimiento natural mayor, apoyado en tasas de fecundidad y de natalidad más altas al tener una población más joven debido a los movimientos migratorios interiores en los que la población es atraída hacia zonas con mayor actividad económica (industria, turismo y otros servicios, y agricultura en el SE), a lo que unimos un clima más apetecible. Por el contrario, las regiones del interior y del norte peninsular presentan unas tasas de crecimiento más bajas y negativas, por la misma causa, los flujos migratorios, en este caso, en la dirección opuesta (salida de población joven) quedando envejecidas, disminuyendo la natalidad y aumentando la mortalidad, por ello es negativo el crecimiento natural.



PRÁCTICA: Evolución del índice sintético de fecundidad en España y Andalucía.


En el siguiente gráfico se representa la evolución del Índice Sintético de Fecundidad en España y en Andalucía. Analícelo y responda a las siguientes cuestiones:
a) Indique las fases que se observan en la evolución del índice en España. ¿En cuál de estas fases está asegurado el reemplazo de la población? ¿Por qué) (Hasta 1’5 puntos)
b) Explique por qué el índice es más elevado en Andalucía que en España y por qué en la última fase tienden a aproximarse. (Hasta 1’5 puntos)
c) Explique las causas del descenso del índice en España. (Hasta 1 punto)

RESPUESTAS
a) Indique las fases que se observan en la evolución del índice en España. ¿En cuál de estas fases está asegurado el reemplazo de la población? ¿Por qué) (Hasta 1’5 puntos)
En una primera fase, los altos valores de fecundidad resultantes del Baby Boom comienzan a descender desde 1978, de forma acusada, desde cerca de 3 hijos por mujer hasta quedar por debajo de 1’5 hijos, sobre todo en la década de los ochenta. En la década de los 90's la fecundidad estabiliza entre 1 y 1’5 hijos por mujer, subiendo de nuevo, lentamente desde el año 2000, sin superar el valor de 1,5. El reemplazo de la población se asegura, sobre todo, en la primera fase, donde el número de hijos por mujer está por encima de 2’1, valor que aseguraría el relevo o reemplazo generacional
¿Qué significa? El valor de 2,1 hijos/mujer asegura el reemplazo de generación, pues serían 2 niños cada 2 adultos (padre y madre), +0,1 por las posibles muertes de la nueva generación.

b) Explique por qué el índice es más elevado en Andalucía que en España y por qué en la última fase tienden a aproximarse. (Hasta 1’5 puntos)
El índice es más elevado en Andalucía, además de por su tradición natalista, porque recibe flujos migratorios protagonizados por jóvenes que aumentan su natalidad, atraídos por actividades relacionadas con el sector terciario (turismo) y la agricultura en el SE, por ello hay un alto porcentaje de población joven. Sin embargo, también sufre a partir de los años 80 un descenso progresivo y una tendencia igual que el resto de las provincias españolas.
En los últimos años tienden a igualarse por el desarrollo económico de Andalucía, el fuerte proceso de urbanización, y en definitiva, la modernización y el cambio de mentalidad de la sociedad andaluza más acorde con la del resto del país.

c) Explique las causas del descenso del índice en España. (Hasta 1 punto)
Las tasas de natalidad han ido decreciendo en el último siglo, por factores sociales, culturales y económicos como: el coste de la educación y crianza de los hijos, la incorporación laboral de la mujer, la generalización del uso de anticonceptivos, la desvinculación frente a creencias religiosas y tradiciones culturales, el retraso de la madre al 1º hijo, el retraso de la edad del matrimonio y, en definitiva, la creciente modernización de la sociedad española.
Estas situaciones mantienen una baja natalidad, aunque la inmigración de los últimos años implica un ligero aumento, pues los inmigrantes que llegan a España, suelen ser jóvenes en edad de procrear que además no abandonan sus tradiciones culturales.


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