Oposición Geografía e Historia. Anexo Tema 1: La concepción del espacio geográfico. Corrientes actuales del pensamiento geográfico.
Anexo Espacio geográfico
El espacio
geográfico es un concepto utilizado para la ciencia geográfica para definir
el espacio organizado por la sociedad. Es el espacio en el que se desenvuelven
los grupos humanos en su interrelación con el medio ambiente, por consiguiente
es una construcción social, que se estudia como concepto geográfico de paisaje
en sus distintas manifestaciones (paisaje natural, paisaje humanizado, paisaje
agrario, paisaje industrial, paisaje urbano, etc.). También se emplea el
término territorio.
Según Jean Tricart, “En su sentido más amplio, el espacio
geográfico es la epidermis del planeta Tierra”. El espacio
geográfico posee dos dimensiones fundamentales, la locacional y la ecológica.
De allí se definen dos grandes sistemas que interactúan entre sí y que
conforman el espacio geográfico. Se trata del sistema espacial por un lado y
del sistema ecológico-ambiental por el otro.
Desde un punto de vista histórico, el espacio
geográfico es acumulativo, en él se
reflejan las huellas de las sociedades que lo organizaron a lo largo de la Historia.
Cada momento, cargado de historia, produce sus formas de organización, es decir
su propia “lógica espacial”, racional para cada época. Su resultado actual es
fruto de la superposición de espacios organizados a lo largo de los distintos
periodos históricos (Prehistoria, Historia Antigua, Media, Moderna, Contemporánea); a lo que hay que añadir los cambios que la actual sociedad de la
información o del conocimiento están provocando sobre el medio y las relaciones
humanas.
Escalas
y perspectivas sobre el espacio geográfico
El
espacio geográfico posee diferentes escalas para su análisis, desde lo global
(espacio mundo) hasta lo local (espacio de las identidades).
Tres
visiones del espacio geográfico son necesarias para interpretarlo: la biótica,
la abiótica y la antrópica.
El
espacio geográfico es el objeto de estudio de la geografía, pero para su
explicación e interpretación se requiere
un enfoque transdiciplinar o interdisciplinar.
Cada
momento histórico produce sus propias formas de organización. Aquel espacio
geográfico que se encuentran bajo un orden administrativo recibe el nombre de
territorio y está formado por municipios y unidades superiores, que pueden
tener validez natural, histórica o administrativa, como las comarcas, las
provincias y las regiones (cuya difícil definición no impide que la geografía
regional sea la base tradicional del trabajo geográfico). Las entidades
superiores (naciones o estados) suelen ser demasiado grandes para poseer
uniformidad desde un punto de vista geográfico de la geografía física, pero aun
así son la principal escala de la organización los estudios académicos y de
divulgación. Las entidades supranacionales (continentes), y el conjunto de las
tierras emergidas y los océanos, serían la escala anterior a la consideración
de una geografía planetaria.
El
análisis geográfico del espacio geográfico puede desarrollarse desde distintas
perspectivas; desde la teoría de la localización; desde la temporal (geografía
histórica); desde los conjuntos espaciales; desde la configuración de las redes
y los movimientos, o a partir de la dualidad entre espacios urbanos y espacios
rurales.
En la
actualidad, el análisis del espacio geográfico presenta ante la globalización
de la sociedad una interesante dicotomía. Por un lado el espacio mundial,
caracterizado por redes y flujos globales y por otro el espacio de los lugares,
espacio de las regiones, de las ciudades y de las identidades. Así, el espacio
geográfico se observa entre lo global y lo local. El espacio debe ser entendido
como un espacio total, como un hecho social, así como fruto de una
historia y estructura.
Uno de
los varios problemas que podemos encontrar en esta definición, es su aceptación
por parte de los geógrafos tradicionalistas, que ven en el término una sustitución
del objeto de estudio de la geografía, que es el espacio. Pero a pesar de todo,
la propuesta se muestra como una alternativa para aquellos que hacen geografía
social en el uso de una teoría y una metodología que puede brindar nuevas
formas de conceptualizar al espacio.
El espacio geográfico: en las distintas escuelas geográficas
Los griegos ya hablaban de la ecúmene. Para ellos ésta se refiere al conjunto del mundo conocido
por una cultura, a aquella porción de la Tierra permanentemente habitada. Se
relaciona estrechamente con la geografía humana. Se toma la Tierra como morada
de la especie humana y se pregunta la relación de interdependencia entre la
humanidad y su hábitat. El punto de vista geográfico se confunde con el
etnográfico para pasar a delimitar sus zonas habitadas, dando lugar a otras
ecúmenes, aparte de la griega.
El
conocimiento de la Tierra les lleva a conocer otros espacios, desiertos y
habitados, y otras formas de habitar. La cartografía contribuye a precisar las
localizaciones y las distribuciones; las escuelas geográficas nacionales
desarrollan sus intereses y sus métodos. La teoría de una sola ecúmene en la
Tierra desaparece aunque se preserve con algunas teorías filosóficas, como en
el caso de Kant que al exponer el
deber del ciudadano encuentra que habitar la Tierra es comportarse como un
ciudadano del mundo.
La
cuestión de la ecúmene se reformula en la geografía humana en la que Vidal de la Blache (Principes de
géographie humaine, 1921) emplea la palabra para denominar la relación de
la Tierra con la humanidad: "Por
encima del localismo, del cual se inspiran las concepciones anteriores, las
relaciones generales entre la Tierra y el hombre se actualizan (...). Las
soledades oceánicas dividieron a las ecúmenes durante mucho tiempo, ignorándose
unos a otros (...). Hoy en día todas las partes de la Tierra entran en
relación, el aislamiento es una anomalía que parece un desafío". La
evolución de una humanidad dividida en ecúmenes distintas hacia una sola
ecúmene unida da paso al principio de unidad terrestre que funda la geografía
humana.
Max Sorre
desarrolla este concepto de la “ecúmene unida” de Vidal de la Blache y llega a
decir que la Tierra es ante todo un hábitat en el sentido biológico, donde el
género humano vive y se reproduce, dividiéndose en sí mismo en razas adaptadas
a los diferentes medios (determinismo geográfico, opuesto al posibilismo).[]
Empieza a vislumbrar que es un espacio que atañe a la sociedad. Max Sorre hace
de la ecúmene una noción clave de la geografía humana.
Años
más tarde, aunque ya parecía que había llegado el final de la geografía
clásica, O. Dollfus, se la vuelve a
encontrar y pretende reducir a aquellos que intentan reformular el proyecto
geográfico: “El dominio del espacio geográfico en su sentido más amplio es
"la epidermis de la Tierra”, es decir la superficie terrestre y la
biosfera. En una acepción que no es más que en apariencia más restrictiva, es
el espacio habitable, la ecúmene de los antiguos, allí donde las condiciones
naturales permiten la organización de la vida en sociedad. Hasta una fecha
reciente la ecúmene coincidía más o menos con las tierras cultivables y
utilizables para la agricultura y el pastoreo. Los desiertos donde la
irrigación es imposible, el dominio glacial de las altas latitudes y de la alta
montaña estaban excluidos de ésta. Esta noción de la ecúmene debe ser revisada.
El geógrafo Max Sorre, que la ha desarrollado y empleado extensamente lo
constataba él mismo”.
A. Berque
propone extender la relación ecológica entre hombre y Tierra habitable hacia
una reflexión ontológica que tiene en cuenta el carácter humano de la Tierra y
el fundamento terrestre de la humanidad. Esta interrelación que Beerque acerca
a la definición de espacio geográfico. Todos los puntos del espacio geográfico
se localizan en la superficie de la Tierra, definiéndose por sus coordenadas y
por su altitud, pero también por su emplazamiento. Como espacio localizable, el
espacio geográfico se encuentra, es cartografiable. Más adelante, Jameson (1986) reivindicará una
“cartografía social”, mapas que “permitan la representación situacional”,
relacionar los imaginarios de los seres sociales con las condiciones reales de
su existencia.
En el
análisis del espacio geográfico, se parte de lo que está presente, de lo visible,
para entender la importancia de las herencias y la velocidad de las
evoluciones, para descifrar los sistemas que son las estructuras que actúan
sobre el espacio. El análisis de un paisaje urbano es revelador de su historia
y de sus condiciones de desarrollo, y muestra el peso del pasado en la
organización del espacio urbano en la época contemporánea. Se han llevado a
cabo distintos intentos de clasificación de los espacios geográficos y el
criterio fundamental que se ha seguido es el de orden espacial aunque otras
clasificaciones podrían basarse en clima o incluso en los niveles de desarrollo
(países desarrollados o subdesarrollados). El análisis y comprensión de los
fenómenos localizados en un espacio geográfico pasan por el uso de documentos
cartográficos donde son seleccionados elementos distintos según las escalas
utilizadas. La acción humana tiende a transformar el medio natural en medio
geográfico, y aunque la historia humana sea mínima para la historia de la
Tierra, ostenta a una posición principal para la explicación y comprensión del
espacio geográfico.
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