sábado, 26 de junio de 2021

Oposición Geografía e Historia. Prácticas de Geografía. Geografía Física de España: Regiones biogeográficas. Tema 17 oposición: La península ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España Peninsular e Insular

 Oposición Geografía e Historia. Prácticas de Geografía. Geografía Física de España: Regiones biogeográficas. Tema 17 oposición: La península ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España Peninsular e Insular

MAPA REGIONES BIOGEOGRÁFICAS DE ESPAÑA



La principal característica de España desde un punto de vista biogeográfico es su diversidad.  Los seres vivos, los ecosistemas y, con ellos, los paisajes naturales existentes en España presentan una importante diversidad, motivada por la gran variedad de climas, sustratos y suelos de su territorio. En función de lo anterior, la flora española permite diferenciar tres grandes regiones: la Eurosiberiana, la Mediterránea y la Macaronésica. Asimismo, y atendiendo a la composición de la vegetación, las regiones se pueden dividir en "provincias biogeográficas" y éstas en "sectores".

La región Eurosiberiana es propia del Norte y Noroeste peninsular. Goza de temperaturas suaves y veranos húmedos, lo que favorece el desarrollo de la vegetación. Coincide con la popularmente llamada "España verde". La cubierta forestal estuvo dominada por los bosques caducifolios, principalmente, de robles y hayas. Sustituida por la landa cuando las condiciones naturales se endurecen ya sea por la altitud o por la acción del hombre.

La región Mediterránea, que se corresponde con la llamada "España parda", ocupa el 80% de la Península y Baleares. Se caracteriza por unos veranos cálidos y secos, condiciones que someten a la vegetación a un notable estrés hídrico. Estuvo ocupada por bosques perennifolios, donde predominaba la encina y, en algunos lugares, el pino carrasco. Sin embargo, dependiendo del clima y de los suelos, estas especies daban paso a otras como, por ejemplo, las sabinas o, en las zonas más áridas, a formaciones abiertas de especies herbáceas o matorral.

La Macaronésica, a la que pertenecen las Islas Canarias, está expuesta a influencias contrapuestas: por un lado, a las masas de aire frescas y húmedas aportadas por los alisios y, por otro, en algunas ocasiones, a los vientos saharianos secos y cálidos. A su vez, las diferencias de orientación y de altitud determinan una gran diversidad de ambientes. En las islas de mayor altitud se puede observar una secuencia, desde la costa hacia la cumbre, que va desde las comunidades vegetales adaptadas a condiciones subdesérticas, en las zonas más áridas; pasando por bosques perennifolios dominados por laureles en las zonas más húmedas; hasta llegar a los pinares e incluso a la vegetación de alta montaña.

Por otra parte, cada región presenta unos suelos característicos, que dependen estrechamente del tipo de roca, del clima, de la vegetación, así como del tiempo transcurrido desde su formación y de la incidencia de las actividades humanas. Pero, a su vez, el suelo también ejerce su propia influencia, pues es el soporte de la vegetación, el almacén de agua y nutrientes que utilizan las plantas y, además, desempeña un importante papel regulador de la hidrología. A todo ello se suma que, a través de las actividades agrarias, es un recurso esencial para la alimentación humana.

Asimismo, y atendiendo a la composición de la cubierta vegetal, las regiones se pueden dividir en "provincias biogeográficas" y éstas en "sectores". Cada una de las regiones y provincias biogeográficas presentaba, antes de su alteración histórica por las actividades humanas, una vegetación en equilibrio con las condiciones ecológicas de cada lugar, y diferente en cada caso: se trata de la llamada "vegetación potencial", mayoritariamente compuesta por bosques. 

Sin embargo, la sustitución de la vegetación preexistente por tierras de cultivo, pastos o espacios edificados ha supuesto una importante reducción de la superficie forestal y, en general, de los ambientes naturales que, en la actualidad, no ocupan más que un pequeño porcentaje de la superficie total.

Como consecuencia de lo anterior, los bosques aparecen hoy muy fragmentados y rodeados por áreas de cultivos, pastos u otros usos. Los paisajes resultantes son diferentes en función del tipo de bosque original pero, también, del tipo de usos del suelo que tradicionalmente han dominado en cada región. De este modo, por ejemplo, en la montaña Cantábrica los bosques suelen alternar con prados; en las áreas mediterráneas se intercalan entre cultivos de secano y amplias zonas de matorral, mientras que en el interior, menos poblado, subsisten serranías con extensas áreas boscosas o, en el oeste peninsular, encinares aclarados formando dehesas. Los bosques canarios, muy diferentes según la altitud y exposición, forman, junto a los entornos agrarios, un variado mosaico de paisajes.

En conclusión, los paisajes vegetales actuales son el resultado de la combinación entre las condiciones naturales y la actividad humana, tanto la que existe actualmente como la herencia de la que se desarrolló en el pasado.

 

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