Oposición Geografía e Historia. Prácticas Historia Contemporánea. Textos. Tema 51. Repercusiones de la segunda guerra mundial. Las relaciones internacionales después de 1945. La política de bloques. La ONU.
DISCURSO POLÍTICO de John
Fitzgerald Kennedy
Ciudadanos:
Conmemoramos
hoy no una victoria de partido; sino un triunfo de la libertad, simbolizando un
final lo mismo que un principio, representando una renovación así como un
cambio. Porque yo he jurado ante vosotros y ante Dios Todopoderoso, con el
mismo juramento solemne que prescribieron nuestros antecesores hace ya cerca de
ciento setenta y cinco años.
El
mundo es ahora muy distinto. Porque tiene en sus manos mortales el poder de
abolir todas las formas de pobreza humana y de suprimir todas las formas de
vida humana. Pero, sin embargo, los mismos pensamientos revolucionarios por los
que lucharon nuestros antepasados, continúan vigentes en todo el Globo: la creencia
de que los derechos del hombre no emanan de la generosidad del Estado, sino de
la mano de Dios.
Nosotros
no podemos olvidar hoy que somos los herederos de aquella primera Revolución.
A
aquellos pueblos que en chozas y aldeas, en la mitad del Globo luchan para
romper con la miseria de las masas les prometemos nuestros mejores esfuerzos
para ayudarles a que se ayuden a sí mismos durante todo el tiempo que sea
necesario, no porque los comunistas lo estén haciendo, no porque los comunistas
lo estén haciendo, sino porque la sociedad libre no puede ayudar a los muchos
que son pobres, jamás podrá salvar a los pocos que son ricos.
A
nuestras repúblicas hermanas, situadas al sur de nuestra frontera, les
ofrecemos una promesa especial: convertir nuestras buenas palabras en buenos
hechos, en una nueva alianza para el progreso, ayudando a los hombres libres y
los Gobiernos libres a arrojar lejos
de sí las cadenas de la pobreza. Pero esta pacífica revolución de esperanza no
puede convertirse en la presa de potencias hostiles. Que sepan todos nuestros
vecinos que nos uniremos a ellos para oponemos a la agresión, a la subversión
en cualquier lugar de las Américas. Y dejar que cualquier otra potencia sepa
que este hemisferio intenta seguir siendo el dueño de su propia casa.
A
esa Asamblea mundial de Estados soberanos, las Naciones Unidas, nuestra mejor y
última esperanza, en una época en la que los instrumentos de la guerra han
sobrepasado en mucho a los instrumentos de la paz, renovamos nuestra promesa de
apoyo para impedir que se convierta sólo en una tribuna para la invectiva y para
fortalecer su amparo hacia lo nuevo y hacia lo débil, así como para aumentar el
área de su competencia.
Pero
tampoco pueden dos grandes y poderosos grupos de naciones sentirse satisfechos
de su carrera actual, estando ambas partes sobrecargadas por el costo de las armas modernas;
estando ambas justamente alarmadas por la acentuada expansión del átomo mortal
y compitiendo ambas para alterar en su favor la incierta balanza del terror, que
conduciría a la última guerra de la humanidad, por lo tanto, comencemos de
nuevo, recordando por ambas partes que la civilización no es un signo de
debilidad y que la sinceridad siempre está sujeta a prueba. No lleguemos nunca
a un acuerdo basado en el temor, pero tampoco sintamos jamás el temor de llegar
a un acuerdo. Examinemos ambas partes, qué problemas son los que nos unen en
vez de crear problemas que nos dividan. Formulemos ambas partes por vez primera
serias y precisas propuestas para la inspección y el control de los armamentos,
y coloquemos el poder absoluto de destruir otras naciones bajo el absoluto
control de todas las naciones.
Unámonos las dos partes para invocar las maravillas
de la ciencia en lugar de sus terrores. Exploremos juntos las estrellas, conquistando
juntos los desiertos, eliminando las enfermedades, investigando las
profundidades submarinas y promoviendo las artes y el comercio.
Mora la trompeta nos llama de nuevo, no como una
llamada a las armas, aunque armas necesitamos; no como un aviso para la batalla
aunque estamos en medio de verdaderas batallas, sino para soportar el peso de
una larga lucha en la oscuridad, año tras año, "alegrándonos con la
esperanza y pacientes en la tribulación", de una lucha contra los comunes
enemigos del nombre; la tiranía, la pobreza, la enfermedad y la guerra misma"
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