UNA APROXIMACIÓN AL PROCESO DE HOMINIZACIÓN. Las teorías sobre la evolución de las especies y las bases del proceso de hominización.
La Antropología Prehistórica empezó a desarrollarse en
el siglo XVIII con los trabajos de Linneo, Buffon y Lamarck, pero quien más
contribuyó a su desarrollo fue el geólogo inglés Lyell. Con Darwin se produjo
una revolución total en el estudio antropológico que también afectó
considerablemente al pensamiento de la humanidad en el siglo XIX. Hoy en día,
el estudio del origen del ser humano lleva implícito la necesidad de admitir
como cierta la teoría evolucionista de Darwin.
Dentro de la teoría del evolucionismo existen tres
corrientes principales: el transformismo de Lamarck, que defendía la idea de
que las especies se adaptan al medio mediante una transformación fisiológica
que dejan en herencia a sus descendientes; la teoría evolucionista de Darwin de
mediados del XIX, por la cual se considera que las especies son resultado de
múltiples mutaciones genéticas a lo largo del tiempo. También afirma que la
selección natural posibilita que los seres con pequeñas transformaciones
genéticas y mejores adaptados al medio tengan mayor éxito en la lucha por la
vida, y por ello mayores probabilidades de reproducirse; finalmente la
Cosmogénesis de Teilhard de Chardin trató de aunar la teoría evolucionista con
el pensamiento cristiano.
A día de hoy existe una tremenda controversia evolutiva en
el proceso de hominización. Tradicionalmente se fijó un desarrollo lineal de
las distintas especies encontradas cronológicamente, pero esta tesis está
obsoleta. Actualmente entendemos la hominización como un proceso que no se
produjo de forma continua —una especie no provocó necesariamente la aparición
ni la extinción de otra—, sino como un proceso discontinuo tanto en el espacio
como en el tiempo. En los últimos años han aparecido múltiples teorías a consecuencia
de los nuevos yacimientos arqueológicos y descubrimientos de nuevos fósiles que
tratan de describir y explicar la hominización. A lo largo del desarrollo de
este tema veremos las teorías más importantes y mencionaremos los principales
descubrimientos que las sostienen.
PROCESO DE HOMINIZACIÓN
El ser humano, al igual
que las demás especies, es la consecuencia de un largo proceso evolutivo
conocido como hominización.
Nuestra especie pertenece al grupo zoológico de los primates,
los que surgieron hace 70 millones de años (m.a.). El Purgatorius es uno
de sus representantes; poseían un gran cerebro, visión estereoscópica y unas
manos que sufrieron una doble transformación: el pulgar se hizo oponible y las
garras se sustituyeron por uñas.
De los primates surgieron varias ramas, una de ellas los simios
que aparecieron hace 30 m.a. Algunos de estos iniciaron un proceso de
hominización a consecuencia de un cambio climático, como es el caso del Procónsul
—localizado en África con una cronología de 22 m.a.—, otros no se
hominizaron y dieron lugar a los póngidos (gorilas, chimpancés y orangutanes).
Otro cambio climático forzó a algunos de los simios a convertirse en cazadores
hace 5 m.a., resultando en los primeros homínidos.
Todos los homínidos ofrecen unas características comunes.
La primera de ellas es la inteligencia reflexiva, que se manifiesta con el
empleo y fabricación de útiles con los que ayudarse en las tareas cotidianas,
particularmente en las tareas de procurarse alimentos y aprovecharlos mejor.
Desde el punto de vista de la antropología física, los elementos definitorios
son los brazos, las piernas con la posición erecta del cuerpo (bipedismo) y el
cráneo. Desde el punto de vista paleontológico, la hominización sólo se pudo
producir en determinados espacios naturales, siendo aparentemente el ambiente
de la sabana africana el mejor para ello, aunque casi todos los científicos
están de acuerdo en que el elemento decisivo fue la transformación, por parte
de los primates, de recolectores de frutos a cazadores. Ese proceso de
hominización nunca hubiera sido posible sin un conjunto de mecanismos responsables
del mismo:
·
El
desafío ecológico: El
cambio climático de hace 22 m.a. y 5 m.a. convirtió el bosque tropical del
África meridional en una sabana herbácea, provocando un auténtico desafío
ecológico para los primates arborícolas que dependían de estos frutos, causando
que algunos de ellos se convirtieron en cazadores. La caza trajo consigo las
siguientes consecuencias: una mayor cooperación de los individuos que formaban
el grupo, el desarrollo de la capacidad de observación y con ello de la
inteligencia, la necesidad de fabricar útiles ante la ausencia de garras y
grandes colmillos, y el incremento de la energía por la ingestión de carne,
resultando en un aumento del tiempo libre dedicado al aprendizaje.
·
La
relación dialéctica mano-cerebro: El
cambio climático también liberó la mano de la función locomotriz. Los homínidos
debían erguirse con frecuencia por encima de las altas hierbas para observar
—tanto para cazar como para evitar ser cazados, de modo que la mano pronto se
utilizó para manipular objetos encontrados y posteriormente para fabricar sus
propios útiles. Al mismo tiempo que aumentaba la habilidad manual, ésta
repercutía en un mayor desarrollo del cerebro, lo cual retroalimentaba la
propia habilidad a la hora de confeccionar útiles cada vez más perfeccionados y
ajustados a labores concretas.
·
El
proceso de juvenilización: El
célebre investigador Johanson propuso una explicación del desarrollo cerebral y
de los hábitos sociales a través de los cuidados paternos y el desarrollo del
juego: estas actividades posibilitarían en los individuos una niñez prolongada
pero muy rentable para el grupo porque permitiría acrecentar el desarrollo
cerebral y mejoraba las relaciones sociales, con lo que el grupo ganaba
coherencia y se adaptaba mejor al medio.
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