Oposición Geografía e Historia. Anexos teóricos. Tema 22: Proceso de hominización y cultura material. La aportación de la Antropología Histórica. Anexos sobre Arqueobotánica.
Hemos de tener presente que el concepto de hominización es un concepto amplio, en él se incluye el proceso evolutivo que dio lugar a la aparición del género Homo, así como la evolución cultural que le acompaña, ya que amplia su capacidad de adaptación al medio superando sus límites biológicos. Entender las causas, los mecanismos y las etapas de este proceso es una tarea ardua de la que hasta hace poco se ocupaba la Antropología Histórica ayudada por numerosas disciplinas auxiliares, ciencias que han ido ampliándose e incorporando nuevos mecanismos de investigación. Esa es la razón por las que os incluye el presente anexo. Se trata de leerlo y si es posible, incluir alguna breve referencia en vuestro tema 22.
ARQUEOBOTÁNICA
LA ARQUEOBOTANICA EN CUEVAS Y ABRIGOS: OBJETIVOS Y
METODOS DE MUESTREO
El
interés por los restos vegetales, no surgirá
con fuerza hasta el siglo XIX, y no
será hasta una fecha reciente cuando este tipo de análisis se empiece a utilizar en
En 1941, Jones definió el término "etnobotánica"
como "el estudio de la interrelación del hombre primitivo y las
plantas". Unos años después, Helbaek (1959) acuñó la voz Paleoetnobotanica
que se aplica a la investigación sobre las relaciones del hombre pre y
protohistórico con su entorno florístico. Para Renfrew, "
El
término Arqueobotánica, presenta un significado más aglutinador definiéndose como una rama de
La combustión es un factor que ayuda a la conservación de
los restos vegetales, todas las partes de las plantas tienen propiedades
combustibles, en mayor o menor medida. La combustión llevada a su extremo
produce gas, vapor de agua y cenizas. En ese proceso se pueden distinguir
cuatro fases sucesivas, según el aumento de la temperatura: la deshidratación,
la torrefacción, la pirolisis o carbonización y la carburación.
Las propiedades combustibles de la madera dependen de
cuatro factores: tasa de humedad que contenga, la especie vegetal de la que
procede, el estado de conservación de la
madera y el calibre. De todos ellos, tal
vez lo más determinantes sean la tasa de humedad y el calibre.
La mayor parte de
los restos botánicos recuperados en las cuevas o abrigos están carbonizados, para
las semillas el proceso debe parar en la torrefacción y para la madera en la
pirolisis. Excepcionalmente se encuentran restos sin carbonizar, en contextos
de sequedad o humedad extremas, donde los procesos de descomposición de los
órganos vegetales no pueden actuar.
A lo largo del
desarrollo histórico de la arqueobotánica se ha ido forjando un método
riguroso de recogida del material en el yacimiento, así como del tratamiento
de los datos en el laboratorio, todo ello con la finalidad de mejorar la
interpretación. Los restos arqueológicos siempre son parciales, ya que representan
una parte de lo que se utilizó. De esa parte suelen conservarse los más
resistentes o los que se han depositado en un contexto que facilita su
conservación. De la parte conservada, no siempre se excava todo, por tanto la
parte recuperada deber ser representativa del conjunto.
El contexto
arqueológico donde se hallan los restos es de capital importancia para la
posterior interpretación. Los
macrorrestos vegetales se muestrean y recogen en el proceso de excavación, el
especialista debe estar integrado en el equipo, para poder participar en los
problemas planteados y soluciones adoptadas.
La recogida se hace
por separado ya que se obtienen resultados diferentes en cada caso. Describiremos
las situaciones más frecuentes de como se encuentran los restos y lo más
apropiado para su recuperación en cada caso.
Los grupos humanos
utilizan las formaciones vegetales o las plantas cultivadas con distintas
finalidades, provisión de leña, madera, frutos, cosechas, etc. y la
transportan al lugar donde la usan o consumen. Allí puede quedar sedimentada
de dos formas: 1) asociados directamente a estructuras arqueológicas 2)
dispersos por los sedimentos.
Los macrorrestos
vegetales se pueden encontrar dispersos en los sedimentos de estratos, nivel de
ocupación, de abandono, etc. Normalmente, reflejan procesos de larga duración.
En esos contextos, los macrorrestos se depositan siguiendo los procesos de
posicionales y postdeposicionales, como el resto del material arqueológico. En
relación a los carbones, estos conjuntos son los más apropiados para hacer una
interpretación ecológica a partir de ellos, ya que son el resultado de los
fuegos domésticos en un periodo más a menos largo, pero siempre mayor que un
hogar. Las semillas pueden proporcionar una amplia diversidad de información
ya que pudieron incorporarse al sedimento procedentes de las plantas del
entorno inmediato de la cueva por simple gravedad, o bien de zonas más lejanas
coma consecuencia del transporte, intencionado o no, caso de las especies
epizoocoras y endozoocoras, y realizado por animales que accedieran a la cueva
o por los propios humanos.
El muestreo del material disperso siempre se realizará
por el cribado o flotación de un volumen de tierras significativo y en
relación con la unidad estratigráfica de origen.
En esos contextos, nunca se deben recoger los restos manualmente en el
proceso de la excavación; ya que, de ese modo, se facilita la recogida de lo que se "ve" y se desprecian
aquellos fragmentos de carbón o semillas de pequeñas dimensiones. La muestra de
cada categoría de restos, etiquetada convenientemente, será el conjunto de
restos recuperado en una unidad estratigráfica, así carbones, semillas, peces,
etc. Los efectivos de la muestra estarán en relación con la riqueza de origen;
es decir, habrá muestras con miles de efectivos (numero de restos por
categorías), con unos pocos efectivos o serán estériles.
Todo
material carbonoso extraído de un yacimiento arqueológico tiene un grado de
humedad en función de las condiciones de cada yacimiento, por tanto, se debe someter
a un proceso de secado, paulatino para que no se resquebraje el material.
En
las cuevas o abrigos las estructuras más frecuentes son hogares, fosas,
tumbas, etc. Estas representan acontecimientos breves en el tiempo, en ellas se
puede encontrar carbón, semillas, fibras, tejidos, etc. Normalmente ofrecen
poca diversidad de especies en el caso de los carbones, aunque pueden aportar
una muestra variada de frutos y semillas. Pueden ser complementarios de los
resultados obtenidos en el material disperso y supuestamente contemporáneo. En
el caso de los hogares se observa los criterios de selección de la leña para el
fuego, es decir, si es una elección selectiva u oportunista, el tiempo de
utilización de la estructura, los restos de alimentos vegetales carbonizados.
etc. Los silos, o recipientes de almacenamiento darán una información sobre la
disponibilidad y diversidad de los alimentos vegetales. La superficie de
muestreo es la estructura arqueológica.
El
material de construcción, normalmente, ha sido objeto de una fuerte selección
en función de sus cualidades técnicas y mecánicas. En el caso de vigas a
postes para construcciones, se puede saber en qué época del año ha sido cortada
la madera, que especies seleccionan, que edad y diámetro tenían los árboles
cortados. En periodos históricos existe un comercio a larga distancia y la
madera apreciada puede proceder de lugares
lejanos de donde se halla, esto se debe tener en consideración en la
interpretación de los datos. El muestreo de la madera de construcción debe
ser manual, individual y bien acotado
cada elemento sobre el plano, para poder hacer una reconstrucción posterior.
Las
armas, los útiles y enseres de madera son poco frecuente en los yacimientos
arqueológicos. No obstante, a veces quedan carbonizados en los niveles de
incendio a conservados en medios excepcionales. Su rareza hace que este
material sea de gran importancia para conocer las herramientas, armas, mangos,
objetos simbólicos y otros elementos del pasado realizados en madera. En estos
casos, la muestra es individual, es decir, cada objeto es una muestra, se
recupera en su totalidad con todos los referentes de origen.
Esta
diversidad de formas de encontrar los restos vegetales, más los diferentes
métodos de excavación arqueológica justifican la presencia y participación de
los especialistas en las labores de campo, dado que los recursos económicos
destinados a
La
identificación botánica se hace en cada uno de los fragmentos de carbón. El
rango de identificación alcanzado puede ser desde grupo (angiosperma,
gimnosperma) hasta la especie, esto depende en gran medida del tamaño de los
fragmentos del carbón, del estado de conservación, de las dificultades
anatómicas de ciertas familias, géneros y especies, así como de nuestros
propios conocimientos sobre la flora de una región determinada.
El
número de restos recuperado en cada unidad estratigráfica depende de la riqueza
de origen, que, evidentemente, está relacionada con las actividades humanas
que represente la unidad estratigráfica. Por
ello podemos decir, que el número de restos varía mucho de unos niveles a
otros, también de unos yacimientos a otros e incluso entre regiones. Esta
variabilidad esta en directa relación con el tipo de actividad y la intensidad
de la ocupación humana desarrollada en cada momento y en algunos casos con los
procesos postdeposicionales que han sufrido los materiales.
En un estudio antracológico, para obtener datos
fiables, se debe analizar una cantidad de carbones representativa de cada
unidad de muestreo. Esa cantidad o número mínima de carbones se define mediante
el empleo de curvas esfuerzo-rendimiento. En ellas aparece el número de taxa
identificados en función del número de fragmentos de carbón analizados
anatómicamente. Se recomienda tamizar el volumen de tierra necesario para
obtener del orden de
Igual
que ocurre con los carbones, las identificaciones se realizan sobre la base de
los elementos individuales. La identificación se realiza con el máximo grado de
detalle que permita la calidad y el estado de conservación de los restos y las
peculiaridades de la taxonomía del grupo en concreto.
En
algunos casos, el conocimiento de la flora de la región y de los materiales
vegetales recuperados en contextos similares ayuda mucho a precisar la
identificación de los restos, aunque siempre cabe el incluir un apartado con
los no identificados, c1asificados por la morfología y acompañados de una
ilustración adecuada.
En
el caso de análisis de macrorrestos, estos nos pueden ayudar a resolver problemas
de capital importancia para la interpretación arqueológica o paleoecologica. Esta secuencia de análisis tiene muchas ventajas: a) primero, sabemos que
especie o género vegetal se data y con la fecha obtenida seguir su historia y
presencia en una región dada. b) segundo, porque se pueden evitar
contaminaciones con material más moderno o más antiguo que el nivel que
queramos fechar y c) tercero, indirectamente se data el contexto arqueológico
de donde procede el taxon vegetal datado. La única fecha directa es la obtenida
en el material datado, carbón, semilla, etc., transferir esa fecha a su
contexto arqueológico, siempre conlleva riesgos.
MUESTREO
ARQUEOBOTANICO DE YACIMIENTOS AL AIRE LIBRE Y EN MEDIO SECO
Los
macrorrestos vegetales más frecuentes en los yacimientos arqueológicos son
esencialmente los carbones vegetales y los carporrestos (semillas y frutos),
sin embargo, otras partes de las plantas (como tallos, raíces. Hojas, bulbos o
rizomas) pueden también conservarse y documentarse. En un medio seco el principal agente
responsable de la conservación de los macrorrestos es la carbonización. A su
vez, existe un segundo modo de conservación, la mineralización. Finalmente,
también se pueden documentar macrorrestos vegetales embebidos de agua en medios húmedos o momificados en medios áridos,
pero no son tan frecuentes como las primeras formas de conservación ya citadas.
Los microrrestos o microresiduos vegetales estudiados en yacimientos
arqueológicos son principalmente granos de polen y esporas, frústulas de diatomeas,
microcarbones, fotolitos, gránulos de almidón,
parénquima, pigmentos y lípidos. Todos ellos, residuos, conservado
generalmente por factores tafonómicos.
El tipo de conservación
de los restos, y la utilización que se les dio, van a influenciar en gran
medida los contextos arqueológicos susceptibles de contener restos vegetales y,
por consiguiente, de ser objeto de muestreo. De modo que entre todos los tipos
de yacimientos posibles tanto de larga o corta ocupación, serán donde encontremos mayor
número de restos vegetales.
En cuanto a la
recogida de muestras y el tratamiento de los macrorrestos, cabe destacar que la recuperación sistemática y científica de los macrorrestos vegetales
(carbones, semillas, frutos y otras materias vegetales) que se conservan en los
niveles arqueológicos es, sin duda, uno de los principales problemas a
resolver por el arqueobotánico, aunque no el único. La colaboración entre
arqueobotánico y arqueólogo, se hace imprescindible durante el desarrollo de la
excavación, ya que su colaboración puede ayudar a:
- establecer la
diferenciación entre los macrorrestos procedentes de los diferentes niveles
arqueológicos (ocupación, derrumbe, arrastre…) y la determinación de los
macrorrestos procedentes de ciertas estructuras, como techos, postes, etc.,
- definir la elección
del método de recuperación de los macrorrestos vegetales de los sedimentos
arqueo1ógicos, que dependerá, en primer lugar, de las características de
estos y de la naturaleza de los sedimentos en los que están inmersos.
Cabe destacar la
importancia de la recogida de muestras arqueobotánicas, los métodos existentes
son múltiples: la recogida fortuita o puntual, la recogida de la totalidad del
sedimento excavado, la recogida localizada, el muestreo a intervalos, el
muestreo probabilístico o aleatorio, la recogida de un volumen constante, las
muestras estimativas ...
Todos estos métodos,
excepto el primero, pueden considerarse sistemáticos ya que intentan acercarse
a la población real de macrorrestos conservados en un yacimiento. Una vez
desestimada la posibilidad de tratar la totalidad del sedimento de una
intervención arqueológica, la utilización del muestreo es casi obligada en todas
las etapas de la investigación arqueológica. La elección de la muestra debe ser
una parte integral de la excavación, y para ello varios aspectos han de ser tomados
en cuenta como son: el tamaño que debe tener la muestra, utilización de
técnicas probabilísticas, con el fin de evitar todo tipo de sesgo personal, tener
en cuenta las consideraciones de tipo pragmático al tomar una decisión sobre el
procedimiento de muestreo, aunque estas no deben ser los determinantes
primarios del procedimiento ni deben sesgar la muestra.
Dado que no todos los
tipos de muestreos tienen el mismo grado de fiabilidad, es recomendable la
combinación de dos o más métodos.
La muestra-test que
utilizaremos para llevar a cabo los primeros estudios de los restos vegetales
en un yacimiento, nos puede dar tres tipos de resultados: test nulo, si la muestra
no proporciona ningún macrorresto; test negativo, si la muestra contiene el material pero no se considera
necesario aumentar el volumen; test positivo, la cantidad de restos recomienda
la intensificación del muestreo.
Independientemente
del tipo de muestreo que se utilice, tanto si la muestra es estimativa como si
no, sobre un plano espacial una misma unidad estratigráfica puede ser recogida
de diversa manera:
• muestras dispersas: se
recoge el sedimento de forma dispersa por toda la unidad estratigráfica a nivel,
tanto en su extensión como en su potencia, de manera que la muestra sea
representativa del conjunto. Se utiliza generalmente en el muestreo de rellenos
a niveles de suelo. La totalidad de las muestras-test pertenecen a este tipo.
• muestras concentradas: es el muestreo del sedimento que contiene una concentración
de restos carbonizados dentro de un nivel concreto. No representaría todo el
estrato sino un hecho puntual, que por otro lado, no tiene bastante entidad
como para ser considerado como una unidad estratigráfica propia. Puede
tratarse, por ejemplo, de una mancha de carbones en un pavimento.
• muestras aisladas: son
restos que se encuentran de manera aislada, como por ejemplo frutos de tamaño
suficiente que permite verlos a simple vista (como las bellotas o los huesos de
melocotón) o carbones de gran tamaño. Suelen ser recogidos directamente por el
excavador.
• muestras totales: se
recoge la totalidad del sedimento, generalmente, como hemos visto, en unidades
estratigráficas que pertenecen o están en relación con estructuras o
artefactos.
La
importancia de documentar el tipo de muestra viene dada sobre todo por la
implicación que tiene en el momento de interpretar los datos proporcionados
por los restos. Un conjunto de material disperso por un suelo se ha de
interpretar de diferente manera que otro en relación con una estructura de
combustión o acumulado como basura en un espacio abierto.
Por
otro lado, es muy difícil conocer el volumen óptimo de muestra que permita
realizar un muestreo con la seguridad de recuperar el mayor número de restos.
La experimentación en algunos yacimientos demuestra que un volumen constante no
refleja la realidad de cada muestra, mientras que la valoración de los resultados
de un test en cada una de ellas permite actuar según sus características.
En
cuanto al tratamiento de las muestras de macrorrestos, se pueden utilizar
diversos métodos. De la misma manera que sucede en la recogida de muestras.
Algunos de los métodos
más comunes son:
- Recuperación directa en la excavación: se puede realizar de manera puntual, con el instrumental adecuado, sobre
todo con restos muy frágiles que necesitan una conservación in situ.
- Tamizado en seco en el yacimiento: como el que se utiliza para recuperar pequeños objetos. Proporciona
resultados muy parciales, ya que no permite recuperar los restos de pequeño
tamaño, que pasan a través de los tamices a causa del elevado tamaño de luz de
malla que se utiliza normalmente
- Selección en el laboratorio del sedimento
seco: este sería el mejor método en cuanto a
la conservación de los restos ya que no sufren ningún tipo de manipulación. Sin
embargo, presenta diversas desventajas, como que los restos de pequeño tamaño
son muy difíciles de individualizar a causa del sedimento que los esconde o
que se seleccionan en una sola vez los restos de todos los tamaños, cosa que
dificulta y hace más pesada la selección.
- Cribado con agua en columna de tamices: los tratamientos con agua, se presentan como los métodos más propicios.
El tamizado en columna permite recuperar todos los restos que contiene la
muestra, pero presenta el inconveniente de ser un poco violento, por lo que se
recomienda humidificar el sedimento previamente.
Es el apropiado para muestras menores o iguales a
- Flotación manual: el método de flotación se basa en la particularidad de que el material
carbonizado es menos denso que el agua y por tanto flota. De esta manera, se
sumerge el sedimento en agua y se recuperan los restos que flotan. Es un método
rápido y facilita la selección posterior. Es rentable para volúmenes de sedimento reducidos, pero no para
grandes cantidades de tierra.
- Flotación asistida por maquina de flotación: se basa en el mismo principio que la flotación manual, pero utiliza
una cuba y un sistema de remoción que permite tratar grandes volúmenes de
sedimento, con lo cual se convierte en el sistema más recomendable.
Sea
cual fuere el método de tamizado utilizado, es muy importante el tipo de criba
que se utilice. Se pueden usar de diversos tamaños de luz de malla, lo cual tiene una incidencia directa en el tamaño
de los macrorrestos que se recuperaran y, por lo tanto, en la representación de
los diversos restos, así como de los géneros o las especies, que corresponden
por medida, sobre todo los de pequeñas dimensiones.
Para
la recogida de muestras y el tratamiento de los microrrestos, se deben de tener
en cuenta ciertas normas generales. Se recomienda utilizar contenedores estériles
que no puedan contaminar la muestra y evitar al máximo el contacto directo con
las manos. Se recomienda el envase de cristal o como substitutivo el papel de
aluminio, para su conservación y transporte al laboratorio. En el caso de
envases plásticos no deben tener phtalatos (PVC). No se pueden emplear bolsas de
papel o cartón, dado que las fibras o residuos presentes en ellas pueden
contaminar la muestra. Del mismo modo se tiene que evitar el uso de algodón o
fibras similares usadas como protectores especialmente en contacto directo con
el objeto de estudio, para su traslado al laboratorio y/o su almacenamiento. Es
aconsejable colorear las muestras en un lugar fresco y seco y con
un envoltorio rígido. En relación con el etiquetado, se recomienda la
senalización externa del envoltorio con rotulador permanente; se debe evitar
cualquier tipo de etiquetaje directo y sigla en contacto
con el material a analizar. En el caso de muestras de instrumentos, el material
no se ha de lavar y en la recogida se debe procurar que conserve restos de
sedimento adheridos. La identificación del material se debe realizar de forma
externa. Tras estas consideraciones, la
estrategia de muestreo puede presentar ciertas variaciones. En este sentido
podemos diferenciar:
Sedimentos:
En esta categoría se engloban las muestras de sedimento
procedentes de las columnas estratigráficas, áreas de actividad, estructuras de
combustión, depósitos, balsas, letrinas, enterramientos, etc., siendo necesario
recuperar unos 50 gr. Es necesario realizar una limpieza previa del instrumento
utilizado para el muestreo, por cada toma, para no introducir partículas exógenas.
Inclusiones
en materiales: El empleo de productos y subproductos vegetales como inclusiones en
material constructivo (tapial, adobes, etc.) y cerámicas puede identificarse mediante
el análisis de las improntas o de los residuos de las propias inclusiones.
Instrumentos:
Si la muestra a estudiar corresponde a un instrumento
elaborado en material lígneo, lítico, óseo, cerámico o metálico, es
indispensable no lavar la pieza ni manipularla. Es aconsejable que los
elementos se coloquen de forma individualizada en contenedores estériles,
identificando el material de forma externa y tomando siempre una o varias
muestras de control del sedimento en contacto.
Material
lítico: la metodología para el muestreo de este
tipo de instrumentos se diferencia según se trate de material microlítico o macrolítico.
En el caso de material
microlítico se puede proceder a la observación directa de la pieza mediante el
uso de un microscopio. En el caso del
material macrolítico, los estudios efectuados se han centrado especialmente en
molinos y morteros y se realiza por extracción de los residuos incorporados
en los intersticios de la superficie activa. El muestreo realizado es local.
- Cerámicas:
en este tipo de artefactos diferenciaremos el tipo
de muestreo según si el residuo conservado esta carbonizado o no. En el caso
de material carbonizado se recomienda embalarlo de forma la más segura posible para su traslado al laboratorio.
Suele ser frecuente en el caso de bases de cerámica de cocina.
A la hora de estudiar restos humanos y animales, cabe destacar dos grandes grupos: los inhumados y los incinerados.
Enterramientos de inhumación: los
elementos estudiados procedentes de esta modalidad funeraria corresponden
esencialmente al cálculo dental, a los fotolitos asociadas a estrías dentarias
y/o clavados en el esmalte y a los restos fecales.
- Calculo dental: el muestreo debe efectuarse procurando no provocar ningún tipo de
alteraciones en la superficie del esmalte que pudieran repercutir en otros
estudios, como el análisis de las estriaciones dentarias. La extracción se
realiza can instrumental de laboratorio, depositándose en un contenedor estéril
de cristal o envuelto en papel de aluminio.
- Fotolitos asociados a estrías dentarias y/o clavadas
en el esmalte: el muestreo del
material dentario utilizado para este tipo de análisis está totalmente
condicionado al estudio de las estrías dentarias. La observación del esmalte
dentario por microscopia electrónica de barrido revela, en algunos casos, diferentes
restos asociadas directamente a la formación de una estría, entre los que son
frecuentes los silicofitolitos.
- Restos recales: las
deposiciones fecales post-mortem se detectan en enterramientos en los que
transcurre poco tiempo entre la muerte y la deposición del cadáver,
especialmente en zonas arias. Por otro lado, en algunas ocasiones los restos fecales humanos y animales pueden
aparecer concentrados en áreas de defecación comunales o incorporados en
estructuras de combustión. Las muestras deben recuperarse y colocarse en contenedores
individualizados y rígidos que contribuyan su preservación.
- Sedimento en tomo al cadáver: el muestreo de sedimento en torno al cadáver puede
aportar información sobre el ritual y sobre las posibles ofrendas que componían
el ajuar.
Enterramientos de incineración: las
muestras procedentes de enterramientos de cremación presentan una problemática
especial vinculada con el tratamiento previo y la exposición al fuego de los cadáveres.
Las urnas cinerarias constituyen los elementos objeto de estudio. En el caso
de las piezas dentales, el fuego incide sobre el esmalte presentando
alteraciones y, por lo general, desprendimiento del cálculo dental. Las
cenizas suelen ofrecer una información sobre el combustible empleado para las
piras rituales.
La metodología empleada para la identificación
de residuos se centra en el estudio combinado de diferentes técnicas que se
aplican según las características del residuo: para restos visibles microscópicamente
se efectúa la observación microscópica combinada en lupa binocular, microscopia
óptica con nicoles cruzados y microscopia electrónica de barrido con
microanalizador de rayos X (EDS) incorporado; mientras que para los compuestos
orgánicos de origen vegetal se aplica la técnica combinada de cromatografía de
gases/espectrometría de masas, la espectroscopia de infrarrojos transformada
de Fourier o la cromatografía liquida de alta presión.
Una vez recogidos los datos de las muestras
arqueobotánicas, estos deben ser puestos en una ficha. Es
imprescindible que los datos sean consignados por la persona que han realizado
las distintas etapas desde su recogida en el terreno hasta su selección y
almacenaje de los restos. Existen una serie de datos que deben contemplarse
siempre.
El primer bloque de la ficha
hace referencia a los datos sobre la localización o el contexto arqueológico de
la muestra: La importancia de este apartado radica en poder situar la muestra
en el espacio y en el tiempo. En el segundo bloque se presentan los datos
relativos a la recogida y al
tratamiento de la muestra. El tercer bloque contempla la descripción del contexto
arqueo1ógico donde se ha recogido la muestra. El cuarto bloque está destinado
a la selección de los estos y en el se anotarán los distintos materiales que han
sido documentados para cada fracción, precisando su abundancia. Es
imprescindible que todos estos apartados estén bien cumplimentados, pues la información
que se consigna es crucial para el posterior estudio e interpretación de los
datos proporcionados por la muestra, especialmente para aquellos investigadores
e investigadoras que no han participado en la excavación.
La recogida de muestras arqueobotanicas
tiene por objetivo principal obtener información sobre el uso y la manipulación
de los productos vegetales por parte de las sociedades humanas. Una vez
recogidos esas muestras deben de ser interpretadas, no obstante, hay que ser
cauteloso a la hora de realizar interpretaciones con los datos arqueobotanicos,
pues existen ciertas limitaciones muy importantes. En primer lugar, debe quedar
muy claro que la población de restos arqueobotanicos documentados en un
yacimiento no refleja la población real de especies vegetales que una vez
estuvieron presentes en dicho yacimiento, si no únicamente los restos de
aquellas plantas que se han conservado En segundo lugar, se debe ser consciente
de la diferencia existente entre la descripción (contar cosas) y la interpretación
(establecer la importancia). Existen diversos tipos de medidas que son
adecuadas para la descripción de los restos vegetales con la finalidad de
sentar una base para la inferencia del comportamiento humano pasado, pero
estas mismas medidas pueden no serlo para hacer y explicar realmente esta
inferencia.
Por otro lado, dentro
del plano interpretativo, los investigadores coinciden en afirmar que existen
dos aproximaciones básicas a la analítica estadística que G. Jones denomina
investigación de pautas y análisis de problemáticas dirigidas. La primera aproximación
empieza con la contabilización de taxones individuales y, a través del uso de técnicas
estadísticas para identificar pautas vinculadas a su composición botánica y a
la interpretación en términos de relevancia ecológica o de comportamiento. La
segunda aproximación comienza con una o varias preguntas que van a ser
investigadas y utiliza los datos para confrontarlas. En general, con la
finalidad de resolver los inconvenientes y de aprovechar las ventajas de cada aproximación,
se propone una solución intermedia y complementaria que consiste en seleccionar
o crear variables apropiadas a una cuestión particular y usar estas variables
en la investigación de pautas.
Finalmente, queremos señalar
también la existencia de otras cuestiones a tener en cuenta durante la selección
de estos análisis cuantitativos interpretativos. En primer lugar, se debe
partir de la premisa de que las muestras fueron tomadas de forma aleatoria. En
segundo lugar, se debe ser consciente de que la elección de las técnicas estadísticas
dependerá de muchos factores, entre los que destacan las propias características
de los datos, los objetivos de la investigación y el numero de variables que se
pretenda analizar simultáneamente, pues no todas las técnicas son igual de
eficaces para cada caso.
Una
vez aclarados estos aspectos referentes al manejo de los datos en la descripción
e interpretación arqueobotanicas, señalaremos que de forma general el
principal recurso interpretativo utilizado en arqueología es la analogía
comparada. Con la intención de establecer el uso que se dio a las plantas se
suele recurrir a dos disciplinas: la etnobotanica y la arqueología
experimental.
En
cuanto a las interpretaciones antracológicas, existe una doble vertiente que
tienen los estudios arqueobotanicos y en este caso los antracológicos, que nos
permiten obtener información de tipo paleoambiental y económico y/o de gestión de recursos.
En
lo que respecta al estudio de los restos carpológicos cabe destacar que está estrechamente
vinculado con la gestión de los recursos vegetales por parte de las sociedades
humanas en un ámbito básico para su supervivencia como es la alimentación. Esta
no es la única aportación que pueden realizar estos estudios, pero sí la más
relevante. La mayoría de investigadores e investigadoras se ha centrado
tradicionalmente en el estudio de la domesticación de las plantas, su adopción
y expansión, así como la caracterización de las prácticas agrícolas y
culinarias.
Finalmente,
para concluir es necesario destacar la aplicación
del estudio de microrrestos vegetales, una disciplina muy amplia que depende de
las necesidades interpretativas de cada contexto arqueológico.
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