Oposición Geografía e Historia. Prácticas Historia. Comentario de Textos. Historia Contemporánea. Tratado de Versalles.
Tema 47: La primera guerra mundial y las relaciones internacionales en el período de entreguerras. La crisis de 1929
Tema 42. Imperialismo y expansión colonial. Los conflictos internacionales antes de 1914.
TRATADO DE VERSALLES
En la
situación presente, el mayor peligro que percibo es que Alemania pueda asociar
a su destino al bolchevismo. (...) Este peligro no es quimérico. El actual
Gobierno alemán es débil, no tiene prestigio, su autoridad es contestada; si
dura todavía es sencillamente porque no hay otra opción que los espartaquistas,
y Alemania no está todavía madura para el espartaquismo.
Si somos
juiciosos, ofreceremos a Alemania una paz que, al mismo tiempo que sea justa,
será para todo hombre sensato, preferible a la alternativa del bolchevismo. Yo
quisiera, por tanto, colocar como encabezamiento de la paz la idea siguiente:
en cuanto Alemania haya aceptado nuestras condiciones, particularmente las
reparaciones, nosotros le abriremos el acceso a las materias primas de los
mercados mundiales, en condiciones de igualdad, y haremos todo lo que nos sea
posible para devolver al pueblo alemán su capacidad de ponerse nuevamente en
pie. No podemos, a la vez, destrozarla y esperar a que nos pague (...)
De todos los puntos de vista,
por consiguiente, me parece que debemos esforzamos por establecer la
reglamentación de la paz como si fuéramos árbitros imparciales, olvidados de
las pasiones de la guerra. Esta reglamentación deberá tener tres fines: ante
todo, debe hacer justicia a los aliados, teniendo en cuenta la responsabilidad
de Alemania en los orígenes de la guerra y en los métodos de guerra; después
debe ser tal que un Gobierno alemán consciente de sus responsabilidades pueda
firmarla juzgando que podrá cumplir las obligaciones que suscribe; finalmente,
esta reglamentación no deberá contener ninguna cláusula cuya naturaleza provoque
nuevas guerras, y deberá ofrecer una alternativa al bolchevismo porque se
presentará ante la opinión de la gente razonable como una solución justa al
problema europeo.
El Tratado de Versalles puso fin a la Primera Guerra Mundial y desató la
Segunda
El 28 de junio de 1919, a las
afueras de París, los dignatarios europeos se congregaron en el Palacio de
Versalles para firmar uno de los tratados más odiados de la historia. El
Tratado de Versalles puso fin formalmente a la Primera Guerra Mundial y, al
mismo tiempo, sentó las bases de la Segunda Guerra Mundial. Aunque fue
precedido de una conferencia de paz que duró más de un año, no gustó a ninguno
de los países firmantes. Los países
europeos decidieron castigar duramente a Alemania por su papel en la Primera
Guerra Mundial, un acuerdo que pronto atormentaría al mundo.
Más de 65 millones de personas habían combatido en la Primera
Guerra Mundial, que se cobró la vida de más de 8,5 millones de miembros del
ejército y de al menos 6,6 millones de civiles. La guerra diezmó tierras
agrícolas, ciudades y campos de batalla de toda Europa. Y, según muchos,
Alemania fue la culpable. A pesar de que los historiadores contemporáneos aún
están divididos respecto a quién fue el responsable de la Primera Guerra
Mundial, el tratado culpó y castigó a Alemania.
Del idealismo al castigo
Durante la Primera Guerra Mundial, el
presidente Woodrow Wilson había propuesto los Catorce Puntos, un plan de paz
mundial que incluía fundar una asociación de naciones para garantizar la
seguridad en Europa e impedir que los países firmasen tratados secretos de
protección mutua. Gran parte de ese plan idealista se hundió durante las
negociaciones cuando las otras naciones aliadas centraron sus prioridades en
las reparaciones.
El propio tratado se basó en culpar a
Alemania de la guerra. El documento quitó a Alemania el 13 por ciento de su
territorio y una décima parte de su población. La región de Renania fue ocupada
y desmilitarizada, y la nueva Sociedad de las Naciones se apropió de las colonias
alemanas. El ejército alemán quedó reducido a 100.000 hombres y se prohibió que
el país reclutase soldados. Se confiscó la mayor parte de sus armas y su armada
se quedó sin grandes buques. Alemania fue obligada a someter a juicio a su
emperador, Guillermo II, por crímenes de guerra. Y el tratado exigía que
Alemania pagara 269.000 millones de marcos de oro, el equivalente a 33.000
millones de euros.
Los líderes europeos firmaron el tratado
en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles, el lugar mismo donde se
había creado el Imperio alemán y donde el padre de Guillermo II había sido
coronado emperador en 1871. Supuso una bofetada para Alemania, cuyos residentes
consideraron la famosa cláusula de «culpabilidad de la guerra» una humillación.
(Estados Unidos no ratificó el tratado por la división política entre
demócratas y republicanos.)
Las consecuencias del
tratado
Aunque existía un deseo real de paz tras la desastrosa
guerra, el tratado no logró los efectos esperados. Furiosos por lo que
consideraban un duro diktat (una paz impuesta), los políticos
alemanes de derechas utilizaron el tratado como punto de encuentro
nacionalista. Las abrumadoras reparaciones y pagos redujeron la producción
industrial del país y otras fuerzas provocaron hiperinflación en los años 20,
que desempeñó un papel en la inestabilidad económica de la Gran Depresión.
Los líderes europeos no estaban satisfechos con el
mapa redibujado de Europa y las concesiones que había hecho cada uno en nombre
de una paz incómoda, ya que algunos estaban decepcionados por que Alemania no
hubiera sido tratada con más dureza aún.
En 2010, 99 años después de que entrara en vigor el
Tratado de Versalles, Alemania acabó de pagar el último plazo de su deuda de
guerra. Para entonces, llevaban a sus espaldas otra guerra mundial. En la
actualidad, el Tratado de Versalles sigue siendo un estudio de cómo, en lo que
respecta a la guerra, las consecuencias inesperadas pueden anular hasta las
mejores intenciones.
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